(del Blog de la Academia Alfonsiana)
Aceptamos, como a algunos les encanta hacer, que el gran enemigo de la fe y de la humanidad es el diablo. Pues bien, en nuestra opinión, este enemigo, nada invisible, muy presente en todos los niveles de la existencia humana, siempre está enmascarado y vestido con ropas diversas. Nos gustaría centrarnos ahora en uno en particular, quizás el más común, el que más le conviene, aquel con el que subvierte todos los posibles hábitos humanos, hasta el punto de utilizarlo para sustentar sus mayores imposturas.
Desenmascarar al diablo significa buscar la presencia de cualquier tipo de dualismo maniqueo que subvierta las realidades humanas. Hay opciones humanas que, agobiadas por esta opción diabólica, continúan dividiendo, oponiendo y desgarrando nuestra existencia humana.
Una tentación seductora de esta forma de recorrer la historia es la de hacer que la mayoría de las personas se desinteresen de diversas maneras en los acontecimientos políticos, y no sólo en la política formal y activa. El desinterés por las opciones y las formas en que se organiza nuestra vida personal y social es su mayor victoria.
Visto desde una perspectiva teológica, puede ser dramático que la política y los políticos aborden cuestiones de fe y teología, y que la teología siga creyendo que las cuestiones de fe y teología no tienen nada que ver con toda la realidad política, sino sólo de manera derivada. De hecho, su objeto principal sería Dios como tal y sus claras y distintas derivadas doctrinales, y todo lo demás en principio no serían más que consecuencias derivadas de altisonantes principios teológicos, elaborados con carácter universal y absoluto, válidos para todos y en todos los tiempos y lugares. Sí, se trata de una gran victoria demoníaca, que siempre ha intentado y subvertido el significado de la religión y, en particular, el significado de la fe cristiana encarnada en la historia.
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En nuestro contexto académico uno esperaría que este servicio se ejerciera de manera peculiar en y por la moral social, pero no sólo. Todas las disciplinas deben asumir esta impronta, para no dejarse seducir por el demonio dualista que sigue separando, directa o muy sutilmente, fe y vida, fe y compromiso en la historia.
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Cuando la gente (incluidos los creyentes) simplemente sigue a ciertos líderes políticos o religiosos, ya es preocupante. Porque es doblemente preocupante la necesidad de un liderazgo, no del que en nuestro lenguaje llamaríamos pastoral, sino de mando en la acción, como impulso a dar la vida por las proclamas de los líderes y sus ideologías. Como breve premisa, digamos que, según la lógica de Jesús y su reino, ninguna opción de partido será jamás la realización inmediata de esta lógica, aunque pueda acercarse mucho. Esto no relativiza el compromiso político, pero lo sitúa y no lo hace absoluto, que ya es mucho. Habrá que saber cómo y en qué medida ensuciarse las manos, porque quedarse con las manos limpias no sólo sería una postura inauténtica, sino también anticristiana y mucho más cómplice que cualquier otra.
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El diablo sigue ganando porque radicalizando a los extremos, a la manera maniquea, divide y vencerás, quien gane tiene el poder y la razón, todo lo demás no cuenta, es simplemente un error que hay que dejarse vencer y quedar atrás, sin más. . No aprendemos de la historia y no buscamos integraciones más armoniosas respetando las diferencias y divergencias. ..//
En una visión inspirada en la práctica de Jesús, es necesario recordar que, si bien el diablo y todos sus males han sido derrotados, y por tanto nunca tendrán la última palabra, en esta historia se libra la batalla por darle espacio primordial a la sabiduría de La convivencia fraterna/hermana/solidaria que es y será siempre un desafío apasionante. El diablo derrotado no se resigna a ocupar el último lugar en el progreso de la historia, por eso siempre encuentra adoradores dispuestos a servirle intentando imponer sus paradigmas insanos.
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Jesús se hizo oferta permanente de vida nueva, porque con él y desde él sabemos generar vida nueva, levantándonos del polvo, encendiendo luces de las tinieblas caídas, haciendo brillar la sabiduría de nuestra historia, haciendo surgir acciones de justicia que humaniza. Que sus palabras y sus gestos sean siempre ese tesoro que no se pierde, que no pasa de moda, que nunca dejamos de lado para otras inspiraciones, aunque sean buenas y necesarias; y que igualmente debemos saber integrarlos para no quitarles sabiduría, para no perdernos y autodestruirnos personal y globalmente. No se trata sólo ni principalmente de una cuestión de cálculos, por necesarios que sean; Se trata, una vez más, de apertura y generosidad, de aventura y tenacidad, de generar lo que falta en lugar de lamentar lo perdido antes de perderlo todo.
prof. Antonio G. Fidalgo CSsR
(El texto completo en italiano lo puede leer en la edicion italiana de Scala News o en el blog de la Academia Alfonsiana)