El Señor nos envía como misioneros y peregrinos de la Esperanza en un mundo herido

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Carta del Padre General con ocasión de la fiesta de San Clemente y de la inauguración del Año dedicado a la Misión

Celebramos la fiesta de San Clemente María Hofbauer (1751-1820), grande y celoso misionero de nuestra Congregación, escribe el P. Rogério Gomes CSsR en su carta a los coHermanos, Formandos y Laicos Asociados en la misión de la Congregación Redentorista.

El Padre General, recordando la figura de San Clemente, describe las realidades actuales y los desafíos de la misión redentorista, que requieren disponibilidad y celo apostólico por parte de los cohermanos. Al mismo tiempo, recuerda a los misioneros redentoristas que siguen gastando su vida en favor de una redención abundante, presentes en los más diversos frentes de trabajo de la Congregación.

Esta carta marca también el inicio del Año dedicado a la Misión. El padre Rogério escribe: Aprovechemos este tema para promover cuestiones relativas a nuestra misión en las (vice)provincias, regiones y comunidades, implicando a la Familia Redentorista y a otras congregaciones misioneras. Son oportunidades para aprender juntos y permanecer fieles al carisma, en sintonía con los tiempos actuales, con sus gozos y esperanzas, penas y angustias (cf. GS, 1).

Aquí el texto completo:


Roma, 15 de marzo de 2025 Fiesta de San Clemente María Hofbauer

Misioneros de la Esperanza tras las huellas del Redentor
AÑO DEDICADO A LA MISIÓN
El Señor que nos envía como misioneros y peregrinos de la Esperanza en un mundo herido
Lc 4,16-19; Mc 6,7-12; Lc 9,2-6; Sal 130,7; Const. 1-20, Est. 01-020

Queridos Cohermanos, Formandos y Laicos Asociados a nuestra Misión:

  1. Celebramos la fiesta de San Clemente María Hofbauer (1751-1820), gran y celoso misionero de nuestra Congregación. Fue un hombre práctico, con una visión realista de las cosas, comprometido con la vida de las personas e inserto en la historia, con una gran capacidad para adaptarse a las circunstancias de la época y del lugar. Buscó los medios para mejorar la vida de las personas y guiarlas por un camino con sentido y fidelidad a Dios. Se dedicó a la predicación, a las confesiones, a la dirección espiritual, al servicio caritativo y a la expansión de la Congregación. Un santo corriente, a la manera redentorista, con los pies en la tierra y el corazón siempre en Dios, centrado en las necesidades de los más sencillos y abandonados. No le fue fácil llevar a cabo su misión, pero perseveró hasta el final. Su perseverancia nos enseña mucho cuando pensamos que nuestra misión es un fracaso o que va a fracasar. Nuestra misión no es fácil, porque abrazamos la misión del Redentor, que nos ha llamado a estar con él. Nuestros santos, beatos y mártires lo entendieron muy bien y perseveraron hasta el final, incluso en situaciones que para muchos eran consideradas fracasos.
  2. Todas las realidades misioneras de la Congregación tienen sus desafíos, pero me gustaría mencionar algunas, como Agadez, Albania, China, Cuba, Irak, Kaduna, Kantchari, Kazajistán, Kemerovo, Líbano, Miyamba, Surinam, Tchirozerine, Haití, Uruguay, Vondrozo y otras realidades fronterizas que, por prudencia, no mencionaré, pero que están en nuestro corazón y en nuestras oraciones. Quizá muchos se pregunten: ¿por qué estamos allí si no hay un gran número de personas en las iglesias, hay una profunda indiferencia religiosa, falta de libertad, riesgo para la vida de los cohermanos, etc.? Esta presencia, a veces silenciosa, es el signo de la esperanza de Dios que se hace carne en contextos difíciles y alimenta la fe del pequeño rebaño cansado y abatido. Estas realidades llaman a todo cohermano profeso a la disponibilidad misionera. Como Congregación, debemos recordar siempre en nuestras oraciones a los cohermanos que están allí, para que se sientan acompañados en esta importante labor en favor del Pueblo de Dios.
  3. Nuestra misión es kénosis y encarnación. Cristo Redentor, esperanza del Padre, se despojó de todo, tomó conciencia de su lejanía y se encarnó en medio de nosotros para revelar el rostro del Padre a los más pobres y abandonados, a los pequeños del Reino: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños” (Mt 11,25; Flp 2,7-9; Jn 1,1-14). Si la misión es kénosis y encarnación, exige de nosotros, misioneros, una profunda intimidad con Dios y un ardiente compromiso con el Pueblo de Dios. Si es así, antes de ser anuncio a los demás, la misión nace de la oración y de la contemplación de la misión del Padre y del Espíritu que se revelan en Jesús y tocan después el corazón de nuestros interlocutores y el suelo de la realidad. En este sentido, la misión para nosotros, misioneros redentoristas, no consiste en hacer cosas, sino en un modo de ser que brota del ser del Redentor, quien actuó siempre en nombre del Padre y del Espíritu. “Soy misión en esta tierra, y por eso estoy en este mundo” (EG, 273).
  4. Al referirse a la actividad misionera de la Congregación, nuestras Constituciones proponen tres elementos importantes: el dinamismo misionero, la cooperación con la Iglesia y el diálogo con el mundo (cf. Const. 13-19). El dinamismo misionero nos conecta con la acción de Cristo y con el modo en que se ocupó de la misión del Padre. La cooperación con la Iglesia nos hace pertenecer a ese cuerpo misionero querido por Jesucristo Redentor para continuar su misión en la tierra en favor de los más pobres y abandonados, y el diálogo con el mundo nos recuerda que evangelizamos a personas concretas, situadas en el tiempo y en la historia, y que el mundo no debe ser visto como algo negativo. Nuestra misión se desarrolla en el mundo, se funda en la misión del Redentor y está abierta a la lectura de los signos de los tiempos. ¿Cómo es nuestro dinamismo misionero? En nuestro diálogo con el mundo, ¿utilizamos métodos que ya no responden a la realidad, o buscamos otros nuevos para responder mejor a nuestro carisma hoy, cooperando con la Iglesia?
    Quiero recordar con afecto y admiración a los cohermanos misioneros redentoristas que continúan gastando su vida en favor de la redención copiosa, presentes en los más diversos frentes de trabajo de la Congregación, cada uno con sus propios desafíos. Sepan que su dedicación es valiosa y da muchos frutos, incluso cuando las dificultades parecen oscurecer el camino. ¡Ánimo! En tiempos de noches oscuras y aguas turbulentas, cuando todo parece incierto y el Señor parece dormido en la barca, recuerden: Él nunca nos abandona. Su presencia silenciosa es fuerza y apoyo; nos guía con amor y fidelidad (cf. Lc 8,22-25). Avancen con alegría, con fe, porque estamos trabajando en la mies del Redentor que nos ha llamado a cada uno de nosotros y sigue caminando a nuestro lado. Que la esperanza no se apague nunca y que la fe nos impulse siempre hacia adelante. Coraje, porque la luz del Redentor brilla incluso en las tormentas. Él está con nosotros hoy y siempre para que seamos la luz del mundo (cf. Mt 5,14). Tal vez la misión no dé los frutos momentáneos que esperamos, pero como nos recuerda San Pablo en 1 Cor 3,6-9: “Yo planté, Apolo regó, pero era Dios quien hacía crecer. De manera que ni el que planta ni el que riega son nada, sino Dios que hace crecer. El que planta y el que riega trabajan en lo mismo; cada uno recibirá su salario según su trabajo. Nosotros somos colaboradores de Dios, y ustedes son el campo de Dios, el edificio de Dios”. Somos sembradores de las semillas del Reino, de la abundante redención en este mundo (cf. Lc 4,16-18; Mt 13,1-8).
  5. Como cada 15 de marzo, con esta carta abrimos el Año dedicado a la Misión para profundizar en diversos aspectos de nuestra misión redentorista. Durante este año, el Secretariado para la Evangelización enviará a la Congregación algunos materiales para la reflexión en preparación de la Communicanda 2. Las actividades serán:
  • 25 de marzo: Solemnidad de la Anunciación del Señor: “Un carisma en la historia”
  • 30 de junio: Memoria del Beato Gennaro Sarnelli: “Reimaginar el cambio en un mundo cambiante”
  • 1 de octubre: Memoria de Santa Teresa de Lisieux, patrona de las misiones: Communicanda 2, “Pasemos a la otra orilla” (Mc 4,35-41), publicada por el Gobierno General
  • 9 de noviembre: Subsidio para la reflexión y la oración comunitaria del tiempo de Adviento.

6. Es importante recordar que la misión está vinculada a la vida comunitaria y a la formación inicial y permanente, temas sobre los que se ha reflexionado en años anteriores y que se pueden retomar desde la perspectiva de la misión. Aprovechemos este tema para promover cuestiones relativas a nuestra misión en las (vice)provincias, regiones y comunidades, implicando a la Familia Redentorista y a otras congregaciones misioneras. Son oportunidades para aprender juntos y permanecer fieles al carisma, en sintonía con los tiempos actuales, con sus gozos y esperanzas, penas y angustias (cf. GS, 1).

7. Queridos hermanos y hermanas, formandos y laicos asociados a nuestra misión: somos misioneros y peregrinos de esperanza en un mundo herido. En este año en que celebramos el gran Jubileo de la Esperanza, debemos aprovechar este kairós para reavivar en nosotros esta virtud tan importante en un mundo que cada día parece carecer de esperanza. Somos discípulos del Redentor, la Esperanza por excelencia, que se encarnó en este mundo y en nuestros corazones. Junto con nuestra Madre del Perpetuo Socorro, la Madre de la Esperanza, y nuestros Santos, Mártires y Beatos, particularmente el intrépido luchador, San Clemente. ¡Continuemos esta obra del Espíritu con gran celo apostólico, ardor misionero, disponibilidad misionera y fidelidad creativa!

Fraternalmente,

P. Rogério Gomes, C.Ss.R.
Superior General

Original: español