San Alfonso considera el amor de Jesús y su obra salvadora en tres acontecimientos: la Encarnación, la Pasión, la Eucaristía. La Encarnación, en particular, estuvo constantemente presente en las reflexiones alfonsianas, expuestas en escritos, meditaciones, oraciones, canciones. La piedad, la confianza y la ternura hacia el Verbo Encarnado, hacia el Niño de Belén, predominan en ellos.
Para Alfonso, el amor de Dios se manifiesta no solo en el hecho de la Encarnación, sino también en la forma en que se expresa en una variedad de aspectos, que resaltan el contraste entre “el ser de Dios y el ser del hombre”, en línea a lo anterior escribe en la “Novena de Navidad”: «Jesús creció pequeño. Él ha escondido la naturaleza divina para no oprimirnos con majestad, darnos confianza y hacernos accesibles a todos. Dios como Señor se convirtió en un siervo para hacernos vencer la esclavitud del pecado y la ley y darnos la libertad de los hijos de Dios». Es sorprendente notar cómo la exaltación del hombre corresponde al anonadamiento de Dios, en un ritmo incesante de dar y recibir.
Y San Alfonso continúa desarrollando, en este movimiento de descenso y ascenso, los diversos aspectos de la Encarnación con una gran cantidad de textos extraídos de la tradición de su época, que profundiza con la reflexión personal y la participación viva. Él escribe: «Jesús se convirtió en un niño inocente». Aquí está el aspecto redentor de la Encarnación, en el que él, desde su nacimiento hasta su pasión, asumió sobre sí los pecados del mundo.
Además, la pobreza de Jesús, es uno de los aspectos que más marcó a Alfonso en la contemplación del pesebre, quizás porque en este punto se siente más en sintonía con él: Alfonso, como Jesús, como rico se hizo pobre, dejando todo para seguirlo y sentirse cerca de la gente pobre. Sin embargo, se da cuenta de que su pobreza es muy pequeña en comparación con la de Jesús. Con la Encarnación, en cierto sentido, Dios ha expropiado su naturaleza: “Se desnudó para entregarse por completo”. Y Alfonso escribe: “De lo suyo, se convirtió en nuestro”.
En definitiva, San Alfonso hace uso de todos los medios literarios para expresar sus sentimientos de fe y amor, de arrepentimiento y de humildad, de gratitud y asombro, que surgen en él y que deben motivar a cada cristiano en Navidad, para el misterio supremo de un Dios que se hace hombre, para que el ser humano se convierta en Dios, de un Dios que se hace humano para salvar a toda la humanidad.
Tomado de Vicenzo Ricci – S. Alfonso e il mistero del Natale.
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