Unidad en la Diversidad

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Communicanda – 1991-1997

 

Communicanda 2

Roma, 14 de Enero de 1994
Prot. N. 0007/94

Queridos Cohermanos:

  1. Han pasado más de dos años desde el XXI Capítulo General, Durante este tiempo, el Consejo General se ha unido a la Congregación para reflexionar sobre las conclusiones de aquel momento de gracia. Unidos a todos vosotros, hemos intentado aplicar los contenidos del Documento Final a nuestro servicio a la Congregación, tanto desde Roma, como con ocasión de nuestra presencia en las (Vice)Provincias y Regiones.
  2. Os hemos ofrecido ya nuestras primeras reflexiones sobre el tema propuesto para el presente sexenio. [1] En nuestras visitas hemos escuchado las experiencias de las diversas unidades de la Congregación. En nuestra propia comunidad de Roma, hemos continuado estudiando las implicaciones del tema para la vida de cada día. Creemos que es el momento de compartir una vez más con vosotros nuestra reflexión.
  3. Constatamos que en las últimas décadas hemos asistido al crecimiento de la positiva valoración de la gran diversidad en la vida de nuestra Congregación. La descentralización de nuestro gobierno, el inicio de la cooperación regional, y la libertad dada a cada una de las unidades para adecuar sus métodos pastorales y su estilo de vida a las exigencias de sus pueblos, todo ello ha servido para hacer más profunda aun la encarnación de la Congregación en la iglesia local y en la sociedad civil.
  4. El principio de inculturación recibió un fuerte apoyo en el último Capítulo General (Documento Final [2] 13-21) y en la primera Communicanda del actual Gobierno General (3.1-3.9). Pensamos que la inculturación es la respuesta adecuada a los signos de los tiempos y un desafío a la creatividad del misionero Redentorista de hoy,
  5. Sin embargo, nos preguntamos si no ha llegado el momento de que reflexionemos sobre lo que debe unir a los Redentoristas, más allá de los distintos ambientes culturales y de los diferentes métodos apostólicos. De hecho, el problema de la unidad de la Congregación nos fue planteado por el último Capítulo General: “Pedimos al Gobierno General que busque la convergencia unificadora del dinamismo evangelizador, respetando el legítimo pluralismo cultural en métodos pastorales” (DF, 14).
  6. Como respuesta a este reto, queremos reconocer la diversidad de Redentoristas y, al mismo tiempo, promover lo que es esencial para nuestra vida apostólica, y trabajar sin cesar por salvaguardar la unidad de la Congregación (Estatuto General [3] 0120). Sin una idea clara de lo que debe unirnos, corremos el riesgo de deslizamos inconscientemente hacia una vaga federación de unidades autónomas y de monasterios independientes, sacrificando con ello el poderoso testimonio de una congregación religiosa extendida por todo el mundo que encuentra su unidad en medio de su diversidad.
  7. Iniciamos nuestra reflexión con una consideración sobre el pluralismo en la Congregación, sobre cómo este pluralismo es asumido y aceptado, y sobre algunos de los difíciles retos que plantea. A continuación presentaremos aquello que consideramos es la base de nuestra animación de la Congregación: los elementos de ese “principio unificador de nuestro dinamismo evangelizador”. Os pedimos que reflexionéis seriamente sobre estos elementos, pues ellos constituyen el mensaje que quisiéramos llevar a todas las unidades de la Congregación, y creemos que ellos pueden ayudar a una mayor clarificación de la identidad de todos los Redentoristas hoy.
  8. El pluralismo en la Congregación
  9. No hay duda de que la Congregación se encuentra extendida por una inmensa área geográfica que abarca numerosas y diferentes culturas (DF, 14). Prácticamente todos los meses, la edición de Communicationes e Informationes refleja el amplio expectro de situaciones eclesiales, económicas, sociales y políticas en las que se encuentran los Redentoristas. Los Capítulos Generales y otros encuentros internacionales nos recuerdan las partes tan distintas del mundo en las que los Redentoristas trabajamos y vivimos.
  10. La pluralidad de culturas que encontramos en la Congregación puede darse también en un sólo país (DF, 14), o incluso en una misma Provincia. En una misma región, la tasa de natalidad desciende fuertemente en unos grupos de población mientras que en otros aumenta dramáticamente. Las migraciones de los pueblos, así como el flujo de los refugiados, pueden hacer cambiar bruscamente el aspecto de una unidad concreta de la Congregación. No es infrecuente que cohermanos de una misma Provincia se encuentren trabajando apostólicamente en contextos culturales totalmente diferentes.
  11. En las dos últimas décadas, los intentos de formulación de las prioridades pastorales han reflejado el pluralismo existente en la Congregación. Hemos reconocido la diversidad y pluralidad de situaciones eclesiales y humanas en las diversas regiones (DF, 3), Reconocemos que los Redentoristas están condicionados por los poderosos movimientos sociales y culturales de nuestro tiempo (DF, 18). Es claro que situaciones realmente diferentes piden de nosotros respuestas diferentes y creativas. En su informe al último Capítulo General, el Superior General afirmaba que un sano pluralismo en las “urgencias” pastorales era un motivo de esperanza en la vida apostólica de la Congregación. [4]
  12. Aparte de esto, aunque es cierto que en tiempos pasados había un significativo grado de uniformidad en el estilo de vida comunitaria de los Redentoristas de todo el mundo, hoy las cosas han cambiado. El orden del día, los modos de vestir, las formas de oración comunitaria, y otras cosas por el estilo que reflejaban la común identidad de los Redentorista, ahora varían enormemente de unas zonas a otras.

Pluralismo aceptado

  1. Es evidente que nuestras Constituciones y Estatutos animan a los Redentoristas a ser flexibles en el desempeño de su misión. Son nuestras circunstancias las que deben determinar nuestra respuesta: “En cada circunstancia indagarán con ahínco qué es lo que deben hacer o decir” (Constitución [5] 8). Se reconoce el pluralismo en las personas a evangelizar (EG 010-015) y en las posibles formas que la evangelización puede adoptar (EG 016- 024). No hay duda de que nuestra propia legislación contempla una diversidad de respuestas misioneras a las situaciones concretas como expresión válida, e incluso necesaria, del carisma Redentorista.
  2. La organización de nuestras comunidades locales debe reflejar la diversidad del mundo Redentorista: “Estas normas deben ser tales que por su misma condición y en vistas de las tareas misioneras, puedan adaptarse, según lo exijan la Iglesia, las circunstancias de tiempos y lugares y la cultura e índole propia de cada pueblo” (C. 45; cf. EG 041). Hasta la misma forma de vivir nuestros votos tiene en cuenta las diferencias culturales (EG 044-047, 048a).
  3. Los principios generales de gobierno de la Congregación han desmantelado la estructura excesivamente centralizada y vertical del pasado, con la esperanza de dar “valor apostólico a las normas establecidas en las mismas Constituciones y Estatutos” (C. 91). Los cinco principios fundamentales de corresponsabilidad, descentralización, subsidiariedad, solidaridad y flexibilidad (C. 92-96) ofrecen amplio espacio a una diversidad de expresiones del carisma Redentorista. Por otra parte, al Capítulo General se le advierte que elija al Gobierno General de tal forma que toda la Congregación esté reflejada, de algún modo, en el Gobierno General (EG 0124).
  4. El pluralismo en la vida y en la misión de la Congregación fue afirmado en los encuentros regionales que precedieron a los últimos Capítulos Generales. Una Región presentaba como un aspecto positivo de la vida comunitaria la mayor tolerancia de las diferencias y la aceptación del pluralismo en la forma de vida. [6] Varias Regiones llamaban la atención sobre la importancia de que la misión específica de cada unidad se reflejara en la forma de organizar las experiencias de la formación inicial. [7]
  5. Otra Región veía el pluralismo en la Congregación como una fuente de posible enriquecimiento para nosotros:

Pero, además, hemos de reconocer, entre nosotros, diversas maneras de entender la misión, la Iglesia, el quehacer de los laicos, la opción por los pobres etc., es decir, que nos movemos bajo diversas eclesiologías o visiones de la Iglesia. Esto puede enriquecernos en el ser y en el hacer. [8]

  1. El XXI Capítulo General, a la hora de proponer su propio objetivo, afirmaba el valor del actual pluralismo existente en la Congregación:

El interés principal del Capítulo es fomentar el bien de toda la Congregación. Este capítulo busca promover lo que es esencial para nuestra vida apostólica mientras reconoce positivamente la diversidad y la pluralidad de las situaciones humanas y eclesiales en las distintas regiones (DF, 3).

El interés del Capítulo por el principio de inculturación presupone la diversidad de situaciones en las cuales se encuentra actualmente la Congregación, y pide respuestas misioneras que sean profundamente sensibles a las circunstancias particulares (cf. DF, 13-21).

Varias de las recomendaciones del Capítulo en las dos áreas de particular interés, la pastoral juvenil y la colaboración con los laicos, nos invitan a ser sensibles a las diferencias de la cultura local (DF, 56d, 59d).

  1. El Capítulo General subraya la diversidad de formas de vida comunitaria de los Redentoristas: “La comunidad redentorista adopta muchas y muy variadas formas de acuerdo con el pluralismo socio-cultural en que vive la Congregación” (DF, 29). También se recomienda insistentemente a toda la Congregación que en su búsqueda de nuevas formas de una genuina espiritualidad Redentorista tenga en cuenta la realidad social y eclesial de cada unidad (DF, 34c).
  2. Nuestro estudio inicial del Documento Final nos llevaba a afirmar que:

Esta diversidad de la Congregación a través de los continentes, que se expresa también en diferentes ritos, es buena e incluso necesaria. Es el signo de que establecemos comunión con los pueblos a los que pertenecemos. Es el reflejo de la catolicidad de la Iglesia, presente en las diversas culturas. Es una llamada a cada uno de nosotros a abrir su mente y su corazón al Espíritu presente en todos los continentes (Communicanda 1, 4.1).

  1. En la Communicanda 1 (3.1–3.9) hicimos ya una extensa valoración de la importancia que para nuestra actividad apostólica tiene la inculturación.
  2. Pero nuestra positiva valoración de la diversidad para la Congregación no es exclusivamente teórica. Tenemos la experiencia diaria de la riqueza y de las oportunidades que ofrece la tarea de edificar una comunidad apostólica cuyos miembros provienen de culturas diferentes, han tenido una formación teológica totalmente distinta y han vivido diferentes experiencias pastorales. Nuestro permanente compromiso de crecer juntos en nuestra vocación Redentorista es ya en sí mismo una afirmación del pluralismo en la Congregación.

El pluralismo plantea serios retos

  1. La diversidad de situaciones y la pluralidad de respuestas en la Congregación presenta también aspectos cuestionables. Esta fue una de las grandes preocupaciones del Capítulo General, y lo es del actual Consejo General.

Este es el análisis que del problema hace el Capítulo General:

El Capítulo General reconoce que existen problemas de comprensión y de estima entre Regiones, sobre todo cuando se discuten situaciones concretas de cada una de ellas. Para algunas Regiones, por ejemplo, es difícil comprender la motivación y las consecuencias de la opción por los pobres, mientras que otras difícilmente comprenden cómo se puede continuar creyendo en el evangelio en un mundo secularizado. A causa de esto hay una tendencia a crearnos prejuicios sin conocimiento suficiente (DF, 9).

  1. Compartirnos la preocupación de nuestros inmediatos predecesores en el Consejo General cuando aludían al posible efecto de división entre las diversas Regiones de la Congregación provocado por el tema del anterior sexenio. [9] Las reacciones ante el tema amenazaron con ahondar la división de la Congregación por criterios ideológicos.
  2. Hay otro tipo de pluralismo muy extendido en la Congregación que, en la práctica, es una especie de dicotomía que contrapone actividad pastoral y vida comunitaria. Tal como decía el Superior General en su informe al último-Capítulo General:

A veces me parece que algunos modelos de vida comunitaria no dicen nada al mundo de hoy. La vivencia diaria de nuestra consagración bautismal como misión, la aceptación de nuestros votos religiosos como camino de consagración en el contexto de la sociedad actual y el desarrollo de la dimensión trascendental de toda nuestra vida, se presentan todavía como lagunas serias… Nos esforzamos mucho más en renovar nuestras actividades que en renovar nuestra comunidad. [10]

  1. Se ha señalado que el pluralismo en una misma Región pone en entredicho los esfuerzos en el campo de la colaboración:

Es difícil organizar en nuestra región programas comunes que interesen a las diferentes unidades, a causa de las grandes distancias en la región, la diversidad de lenguas, de culturas y de actitudes de los gobiernos nacionales. [11]

  1. Es comprensible que las tensiones en el interior de la Iglesia local o en países de la misma región afecten a la Congregación. [12] Pero la presencia de tales tensiones en el interior de las unidades de la misma Región puede tener efectos negativos:

Pero, además, hemos de reconocer, entre nosotros, diversas maneras de entender la misión de la Iglesia, el quehacer de los laicos, la opción por los pobres, etc… Sin embargo, el no tener consenso mínimo en el modo de pensar, nos conduce a apostolados aislados y paralelos que destruyen, en vez de construir el Reino de Dios. [13]

  1. El encuentro de diferentes culturas en la misma Región puede provocar malentendidos:

Inevitablemente, hay problemas que presentaron incertidumbres en nuestra reunión, por ejemplo, lo que algunos consideran como influencia negativa del mundo Occidental sobre la vida religiosa de Europa del Este. [14]

  1. Finalmente, no es ningún secreto para nadie que a varias Regiones les resultó difícil entender y llevar a la práctica el tema general del pasado sexenio. Como decía una de las Regiones:

Una falta de precisión del Tema del sexenio da píe a diversas interpretaciones entre nosotros, y un debate continuo sobre “quiénes son los pobres” suscita entre nosotros dificultades. En parte, hemos tenido dificultad en comprender el Tema del sexenio porque nosotros no vivimos con frecuencia entre los pobres. [15]

  1. Nuestra experiencia de la Congregación nos muestra que la diversidad de situaciones, actitudes y respuestas que crea tensiones a nivel regional, se encuentra también, de ordinario, en las unidades concretas y en las comunidades locales. Como consecuencia de la diferencia de edad y de formación teológica, de visiones opuestas de la Iglesia y de la Congregación, existe en la Provincia una verdadera diversidad de culturas. Hay una permanente discusión sobre los destinatarios de nuestra evangelización y sobre las formas adecuadas de hacerlo. Algunos cohermanos exigen nuevas iniciativas apostólicas, mientras que otros se aferran tenazmente a los compromisos actuales. Se formulan exigencias radicalmente distintas sobre la vida comunitaria, sobre la oración común, sobre el ejercicio de la corresponsabilidad.
  2. El desafío presentado por el pluralismo en su forma extrema es el del individualismo. Por individualismo no entendemos la alta valoración en que se debe tener a cada cohermano y la -preocupación que la comunidad debe mostrar por el crecimiento en madurez y responsabilidad de cada uno de sus miembros (C.36). Nos referimos más bien a la situación en que se encuentran no pocas unidades donde un significativo número de cohermanos son prácticamente autónomos, haciendo cada uno lo que quiere. Las consecuencias de esta actitud son verdaderamente deletéreas: las prioridades pastorales de muchas unidades no se llevan a la práctica; las comunidades locales se convierten en casas de huéspedes; los jóvenes son incapaces de encontrar en nosotros el más mínimo signo de consenso o de objetivo común.
  3. La Unidad de la Congregación
  4. Se ha reflexionado mucho sobre el pluralismo de nuestra comunidad apostólica Redentorista, sobre cómo se ha “encarnado” en la diversas regiones del mundo. Ahora nos preguntamos: ¿Existen elementos comunes en nuestra animación de la Congregación?. Creemos que, efectivamente, existen. En primer lugar, constatamos la existencia de características que distinguen en la actualidad a los Redentoristas de todo el mundo. Es posible trazar una especie de “retrato” informal de los Redentoristas, poniendo de relieve el peculiar modo de entender nuestro servicio pastoral, las personas a las que servimos, nuestra vida comunitaria, y algunos elementos de nuestra espiritualidad.

Un retrato del redentorista

  1. El fin de nuestra Congregación es “seguir el ejemplo de Jesucristo Salvador, en la predicación de la divina Palabra a los pobres” (C. 1). Predicar la palabra de Dios ha sido lo específico de los Redentoristas desde los primeros momentos, y hemos sido celosos guardianes de esta herencia. Aunque el contexto concreto sean las misiones parroquiales, los retiros u otros ejercicios espirituales, o una homilía en la misa dominical, el celo que ponemos en ello, así como la sencillez de nuestro estilo, parecen distinguir a los Redentoristas de todo el mundo. De ordinario, intentamos ser muy flexibles en la búsqueda de nuevos y más adecuados métodos de presentar la revelación de. Dios.
  2. Los Redentoristas muestran una preferencia por la gente sencilla, especialmente por aquellos a quienes normalmente llamamos “los pobres y más abandonados”. Seguimos queriendo ir allí a donde la Iglesia institucional no puede o no quiere ir. Intentamos estar cercanos al pueblo y, generalmente, somos muy sensibles a sus formas populares de expresar la fe.
  3. Valoramos muy positivamente la vida comunitaria. Más que una exigencia de nuestra propia ley (C. 21), es algo tan fundamental para nuestra forma de autocomprendernos que incluso cuando nuestra vida comunitaria deja mucho que desear o no existe prácticamente, notamos que nos falta algo que consideramos absolutamente vital.

Tenemos en gran estima el espíritu de familia en nuestras comunidades, amamos nuestras celebraciones, somos prácticamente incansables a la hora de contar historias que unen una comunidad particular con la gran familia de los cohermanos que nos han precedido.

  1. Los Redentoristas, generalmente, huimos de las formas exotéricas o arcanas de espiritualidad y preferimos métodos de oración personal y común que son más cercanos al pueblo al que servimos. A la hora de buscar la renovación de nuestra oración comunitaria intentamos conservar una espiritualidad que está centrada en Cristo Redentor, con un amor especial a la Bienaventurada Virgen María.
  2. Más allá de lo profundas que puedan ser las diferencias de los contextos en los que vivimos o trabajamos, éstos son algunos de los rasgos que nos son comunes a nosotros los Redentoristas. Tenemos la impresión de que estos rasgos del Redentorista, que creemos son nuestro patrimonio desde las intuiciones fundacionales de San Alfonso, corren el peligro de desdibujarse o incluso perderse, tal vez de forma irreversible. Como consecuencia de algunos de los factores citados en la primera sección de esta communicanda, y debido también a otras muchas causas, pensamos que aspectos vitales de nuestra identidad como Redentoristas están amenazados.

El tema del sexenio y la coherencia

  1. Pensamos que ésta era también la preocupación de los miembros del XXI Capítulo General cuando propusieron el tema para este sexenio. Hemos optado por buscar el fundamento para nuestra inspiración y para nuestra animación de la Congregación en la interpretación de este tema:

De acuerdo con el tema del sexenio, el Capítulo quiere subrayar, por una parte, la articulación entre la tarea evangelizadora, la vida comunitaria y la espiritualidad redentorista propia de la Congregación; y, por otra, la necesidad de encarnar esta triple dimensión de nuestra vida en formas históricas que expresen la opción de la Congregación por los más abandonados, en especial, los pobres (DF, 12).

  1. Creemos que la clave para entender el tema es la coherencia. Sencillamente dicho, el tema nos enseña que hay tres elementos necesarios para nuestra identidad como Redentoristas, y que debe existir una interrelación vital entre ellos. Dicho de otro modo, la ausencia de uno o más de estos elementos destruye nuestra identidad Redentorista: se podrá discutir si somos buenos sacerdotes o buenos religiosos, pero, ciertamente, ya no seremos fíeles a la tradición que hemos recibido. Al mismo tiempo que afirmamos que Dios está llamando a este Consejo General a promover una clara coherencia entre los tres elementos constitutivos, invitamos también a las (Vice)Provincias y a cada comunidad local a considerar la necesaria interrelación de la triple dimensión de nuestra vida.

Nuestra misión

  1. El punto de partida de nuestra animación es siempre la misión Redentorista. Estamos “llamados a ser presencia viva de Cristo y continuadores de su misión redentora en el mundo” (C. 23). La fidelidad a esa misión exige el establecimiento y realización de prioridades apostólicas en cada unidad. En cada región concreta, debemos responder a las necesidades pastorales urgentes que estén en consonancia con nuestro carisma tal como se expresa en nuestras Constituciones y Estatutos (cf. especialmente C. 3-5).
  2. De ello se sigue que no todo compromiso apostólico, por muy valioso que sea en sí mismo, puede ser aceptado como expresión válida de nuestro carisma misionero. La categoría “los más abandonados, especialmente los pobres” no puede extenderse tanto que incluya cualquier posible forma de servicio pastoral. Como Redentoristas, no podemos evitar el tener que hacer frecuentemente opciones dolorosas.
  3. Las prioridades de cada unidad deben ser sometidas a revisión y modificación. Ello pide de nosotros movilidad y flexibilidad (Cf. Mc. 1, 38-39), así como espíritu de desprendimiento (distacco) de nuestros éxitos pasados. El permanecer atados a instituciones o métodos pastorales que ya no. responden a situaciones actuales, debilita nuestra eficacia.
  4. El dinamismo misionero de nuestra Congregación está por encima de su estructura jurídica, incluida la actual organización de Provincias y Viceprovincias. De hecho, pueden ser posibles nuevas iniciativas pastorales, incluso en Provincias envejecidas sin un gran número de candidatos, a condición de que se abran a los procesos de colaboración y reestructuración a los que se refiere el Documento Final (DF, 62).

Nuestra vida comunitaria

  1. No basta con actualizar nuestro trabajo y hacerlo más coherente con nuestro carisma. El último Capítulo General recuerda a todos los Redentoristas que nuestra vida comunitaria y nuestra espiritualidad no son algo añadido a nuestra actividad pastoral, sino que, junto con nuestro particular dinamismo, forman parte indispensable de nuestra misión en la Iglesia.

Todas nuestras comunidades deben sentirse llamadas a ser ellas mismas una explícita proclamación del Evangelio, al mismo tiempo que una eficaz presencia del Reino de Dios en medio de los hombres y mujeres (DF, 23),

  1. Aunque existe un fuerte deseo de mejorar las relaciones humanas en nuestras comunidades, no creemos que éste sea el único criterio para nuestra vida comunitaria. Sabemos que la actividad pastoral de los primeros Redentoristas estaba estrechamente ligada al testimonio de su vida comunitaria. La predicación de Alfonso y de sus compañeros era fuertemente creíble por su sencillez, oración, austeridad y apertura de las primitivas comunidades Redentoristas. Había una visible coherencia entre su actividad pastoral y su vida comunitaria. Cuando el Documento Final habla de nuestras comunidades como de una “presencia eficaz del Reino de Dios” y de “la fuerza de testimonio de la comunidad en cuanto signo de la presencia del reino” (DF, 23, 29), nos recuerda la vital relación entre nuestra misión y nuestra comunidad de vida.

Nuestra espiritualidad

  1. Al llamar a una coherencia que incluya nuestra propia espiritualidad, el Capítulo nos pone en guardia contra una especie de dualismo que nos llevaría a actitudes inaceptables para los Redentoristas (DF, 35). Nos invita a descubrir una real consistencia en nuestras vidas que no es otra cosa que la integración coherente de nuestra fe y de nuestra experiencia personal y comunitaria. La persona del Redentor une nuestra espiritualidad con nuestra misión (DF, 36). Se nos llama a trabajar con creatividad para hacer de nuestra espiritualidad el alma de nuestras comunidades” (DF, 41).

En resumen

  1. Consideramos el pluralismo en nuestra familia religiosa internacional como un “signo de los tiempos”, como algo absolutamente necesario, pero también como una fuente de tensiones. Pensamos que la búsqueda de un tipo de unidad que respete al mismo tiempo las situaciones particulares humanas y religiosas de los Redentoristas actuales y que refuerce en nosotros la fidelidad a nuestro patrimonio común desde san Alfonso, debe comenzar y terminar en una auténtica coherencia entre los elementos constitutivos de nuestra vocación: nuestra misión específica, nuestra vida comunitaria, y nuestra espiritualidad. En realidad, en la medida en que las personas, las comunidades locales y las (Vice)Provincias descubran esa coherencia en ellos mismos, en esa misma medida podremos permanecer unidos como congregación religiosa universal.

Conclusión

  1. Los elementos que hemos optado por poner de relieve constituyen nuestra respuesta a los “signos de los tiempos”: lo que hemos visto y oído en nuestra Congregación, analizado a la luz de la palabra de Dios, de nuestros Estatutos y Constituciones, del reciente Capítulo General y de las reflexiones de nuestros predecesores. Aceptamos el pluralismo en nuestras orientaciones apostólicas, en las expresiones de vida comunitaria y en las formas de espiritualidad. Es la acción del Espíritu, que es la fuente de todos los dones. Pero, también nos sentimos llamados a subrayar aquello que deberá unir a todos los cohermanos del mundo, los elementos de esa “convergencia unificadora del dinamismo evangelizador, respetando el legítimo pluralismo cultural en métodos pastorales” (DF, 14). Afirmamos que esta “convergencia unificadora” debe encontrarse en el tema del sexenio, especialmente en su insistencia en una auténtica coherencia en la vida actual de los Redentoristas. En nuestra animación de las (V)Provincias, queremos buscar con vosotros esta coherencia que es un signo claro de nuestra fidelidad a la voluntad de Dios sobre nuestra Congregación.

En nombre del Consejo General,

Juan Manuel Lasso de la Vega, C.Ss.R.
Superior General

El texto oficial de esta Communicanda es el texto inglés.

[1] Communicanda 1: Hacer vivir y crecer lo esencial de nuestra “vida apostólica”, Roma: 1 de agosto de 1992.

[2] En adelante Documento Final = DF.

[3] En adelante Estatutos Generales = EG.

[4] Acta integra Capituli Generalis XXI, (Roma: Curia Generalis C.Ss.R., 1992), p. 194.

[5] En adelante Constitución = C.

[6] Encuentro de la Región de Asia-Oceanía, 1.2. 1e, en XXI Capitulum Generale: Informe de las Reuniones Regionales (Roma: Curia Generalis C.Ss.R, 1 de junio de 1991) p. 8

[7] Región de Asia-Oceanía, 23.3, Informe de las Reuniones Regionales, p, 13; Región de América del Norte, 1.2.3.c, Informe de las Reuniones Regionales, p. 18.

[8] Región de América Latina, 2.2.6, Informe de las Reuniones Regionales, p. 27.

[9] Consejo General, Relación sobre el Estado de la Congregación al XXI Capítulo General de 1991, (Roma: Curia Generalis C.Ss.R., 1990,) 2.3.10.1–2.3.10.2, pp. 18-19.

[10] Acta Integra Capituli Generalis XXI (Roma: Curia Generalis C.Ss.R., 1992), pp. 197-198.

[11] Región de Asia-Oceanía 1.4.2a, Informe de las Reuniones Regionales, p. 10.

[12] Región de América Latina, 1.5.j, Informe de las Reuniones Regionales, p. 25.

[13] Región de América Latina, 2.2.6, Informe de las Reuniones Regionales, p. 27.

[14] Región de Europa Norte, 1.1.5, Informe de las Reuniones Regionales, p. 42.

[15] Región de Europa Norte, 1.2.2e, Informe de Las Reuniones Regionales, p. 43.

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