Inmigrantes hispanos alzan la voz ante sus adversidades mientras que rezan por las calles de Highlandtown
Cuando Jesús Mena y su familia de siete integrantes carecían de un lugar para dormir en Usulután, El Salvador, ella se encontró en desesperación por escapar y buscar una mejor vida para sus hijos.
Convencida de que migrar a los Estados Unidos mejoraría la condición de vida de su familia, Mena lo dejó todo, incluyendo a sus cinco hijos, a quienes dejó al cuidado de su madre.
Llegó a Baltimore en el 2005, escapando de la pobreza extrema, pero no de otros problemas que surgieron en su camino.
El obstáculo más reciente de Mena tiene que ver con el deterioro de la salud de su madre, el cual finalmente la llevó a su muerte. Previendo la muerte de su madre y la ausencia de un guardián legal que cuidará de sus hijos, Mena “mandó a traer” a sus hijos a los Estados Unidos aunque con mucha dificultad.
Todavía afligida por la reciente pérdida de su madre y entristecida por no poder volar a El Salvador para enterrar a su madre debido a su estatus migratorio, Mena tomó una cruz de madera y caminó “el viacrucis del migrante” por las calles del oeste de Baltimore el 22 de septiembre.
Ella se encontraba entre los 80 católicos hispanos, en su mayoría inmigrantes, que procesionaron desde la parroquia Sacred Heart of Jesus/Sagrado Corazón de Jesús en Highlandtown, parroquia de la cual Mena es feligresa, hasta varias paradas mientras que cargaban cruces de madera, rezaban el viacrucis y reflexionaban sobre los testimonios de los inmigrantes sobre su llegada a un nuevo país.
La procesión se organizó para crear conciencia sobre la Semana Nacional de Migración (“NMW” por sus siglas en inglés), que se lleva a cabo del 19 al 25 de septiembre de este año y se ha celebrado anualmente desde 1980. La semana culmina con la conmemoración del Vaticano de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, fecha que siempre cae en el último domingo de septiembre.
El padre redentorista Alipio Flores, vicario pastoral del pastorado de Sagrado Corazón de Jesús y la misión parroquial de San Patricio en Fells Point, dijo que el principal obstáculo que enfrentan los inmigrantes locales es la falta de documentación legal, lo que conduce a la explotación laboral y la escasez de seguro médico.
“Los inmigrantes de por aquí aguantan todo y cualquier cosa solo para poner comida en la mesa”, señaló el Padre Flores. “Este evento es una oportunidad para hacer oír nuestra voz; para que autoridades y civiles reconozcan nuestros derechos”.
El sacerdote redentorista, originario de Altiplano, Bolivia, que fue ordenado en la Diócesis de Potosí, Bolivia, también expresó su opinión sobre el reciente incidente de Martha’s Vineyard, el cual ha causado indignación entre muchos migrantes.
El gobernador de Florida, Ron DeSantis, voló dos aviones llenos de inmigrantes hispanos desde Texas hasta Martha’s Vineyard, Massachusetts, donde los políticos demócratas suelen viajar de vacaciones. Los inmigrantes, en su mayoría de Venezuela, llegaron a la isla el 14 de septiembre con las promesas de encontrar trabajo y mejores oportunidades de vida. Muchos creen que estos fueron engañados por políticos para ser parte de lo que algunos han denominado como “un truco político”.
“El pobre es el que paga injustamente por la lucha entre los partidos políticos”, dijo el padre Flores.
Héctor Gómez, feligrés de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús y miembro líder de la “Pastoral Migratoria” en su parroquia, dijo que los inmigrantes frecuentemente buscan consejos sobre cómo evitar el crimen en la ciudad.
“Somos nosotros, los hispanos, los que somos blanco de homicidios en Baltimore”, dijo el originario de Santa Bárbara, Honduras. “A menudo vemos matanza de hispanos en las calles”.
No solo los inmigrantes indocumentados enfrentan desafíos, sino también aquellos inmigrantes que llegaron legalmente.
José Guillermo Ramírez, quien es originario de Esquipulas, Guatemala, y sirve como gran caballero en el Consejo de St. John Neumann de los Caballeros de Colón en el Sagrado Corazón de Jesús, experimentó racismo en el área laboral.
Llegó legalmente a los Estados Unidos a los 17 años para estudiar una educación superior y se graduó de la Universidad de Virginia en Charlottesville, Virginia. Más tarde trabajó para la Universidad Loyola Maryland en Baltimore como director de diseño y construcción de gestión de proyectos hasta su jubilación.
Ramírez dijo que a algunos de sus subordinados caucásicos les costaba trabajo laborar para un “latino con acento” y hacían comentarios racistas a los que él ponía fin diciendo: “Nos vemos en recursos humanos”.
Según Lía García, directora del Ministerio Hispano de la arquidiócesis, los inmigrantes son injustamente interpretados como delincuentes.
“Solo hasta que escuchemos sus historias de por qué abandonaron sus países de origen, podremos reconocer la dignidad de la persona humana en cada inmigrante y refugiado en su necesidad extrema”, dijo.
El obispo auxiliar Bruce Lewandowski, C.Ss.R., vicario episcopal para los católicos hispanos, dijo que la Semana Nacional de Migración es un momento para honrar la vida de todos aquellos “que se han visto obligados a migrar o refugiarse en una tierra extranjera”.
Al inicio de la procesión en el Sagrado Corazón de Jesús, rezó por la paz en el mundo y por que todas las potencias mundiales se den cuenta de que la guerra y el terrorismo no son la solución a los conflictos políticos.
“Recorremos este viacrucis para unirnos en solidaridad con todas las comunidades y personas que están viviendo la dura experiencia de la migración y el asilo”, dijo el obispo Lewandowski, ex párroco del Sagrado Corazón de Jesús, “que dejan su tierra y su familia para proteger sus vidas y buscar mejores condiciones de vida en este país”.
(September 23, 2022, By Priscila González de Doran
Special to the Catholic Review – catholicreview.org)