(del Blog de la Academia Alfonsiana)
El problema crónico de la caída de la natalidad en Italia ha sido recientemente objeto de numerosos estudios que identifican múltiples factores en el origen de uno de los niveles de fertilidad más bajos de Europa. La formación de una familia, sin embargo, se ve favorecida por circunstancias de planificación y de estabilidad económica y social, por lo que la inestabilidad ocupacional juega un papel importante al obstaculizar las decisiones sobre la fecundidad, en una situación decididamente dramática.
Recientemente, dos investigadores, utilizando datos de la “encuesta sobre la fuerza laboral italiana” proporcionada por Eurostat para el período de 2000 a 2020, examinaron la correlación entre la inestabilidad laboral y la probabilidad de tener un primer hijo o un segundo hijo en Italia y encontró que la inestabilidad laboral individual, como el trabajo temporal o el desempleo, influye negativamente en la probabilidad de tener un hijo tanto para hombres como para mujeres, independientemente de las características demográficas y socioeconómicas. En particular, tanto el desempleo como los contratos de duración determinada se asocian con probabilidades significativamente menores de ver un nacimiento, en comparación con aquellas con un contrato indefinido. La inestabilidad es relevante especialmente para el primer nacimiento y en menor medida para los segundos, mientras que la progresión hacia nuevos nacimientos es menos sensible a la situación laboral.
..// las llamadas y las indicaciones del Magisterio social de la Iglesia sobre el salario justo siguen siendo muy oportunas y pueden extenderse también a la situación de inestabilidad laboral porque, al final, siempre se trata de insuficiencia de ingresos.
Desde la Rerum novarum, por tanto, se cuestiona el pago de un salario al trabajador que no corresponde a criterios de justicia y se denuncia la realidad de un conflicto entre capital y trabajo en el que “los trabajadores ponen sus fuerzas a disposición de el grupo de empresarios que, guiados por el principio del máximo beneficio de producción, intentaron establecer el salario más bajo posible por el trabajo realizado por los trabajadores” (Laborem exercens, n. 11), generando condiciones sociales desventajosas para todos. Por este motivo, pide el respeto de los criterios de justicia y el pago de un salario familiar (cf. Quadragesimo anno, 72; Laborem exercens, 19) que, además de garantizar una remuneración justa por la riqueza producida, promueve el bien común de una sociedad que hoy, entre otras cosas, se ve seriamente amenazada por el envejecimiento de la población.
Por tanto, la determinación del salario no se considera justa cuando se utiliza “una medida única alejada de la realidad” (Quadragesimo anno, n. 68; “la medida única” alude a la ley de la oferta y la demanda), “explotando a los trabajadores, como simples máquinas, sin preocuparse por su alma”, de modo que si “la materia inerte sale ennoblecida de la fábrica, la gente se corrompe y degrada” (ibid., n. 134). ..//
Por último, no hay que olvidar que “la cuantía del salario debe conciliarse con el bien económico público”, tanto en el sentido de permitir al empleado reservar una parte del salario “para alcanzar progresivamente una modesta riqueza”, como en el sentido de que “quienes pueden y quieren trabajar, tienen la oportunidad de trabajar”, porque “es contrario a la justicia social que, para velar por el propio beneficio sin tener en cuenta el bien común, los salarios de los trabajadores sean demasiado bajos o demasiado altos” (Quadragesimo anno, n. 75), sin considerar, por tanto, la correlación entre los niveles salariales y la formación de los precios “a los que se venden los productos de las diversas artes, como la agricultura, la industria y similares” (ibid., n. 76).
Indicaciones que merecían, y merecen, una reflexión para un auténtico relanzamiento demográfico.
Leonardo Salutati
(traducción libre de Scala News, consulta el texto original completo en italiano en el sitio del Blog de la Academia Alfonsiana)