Carta del P. General a los Superiores locales
Roma, 28 de octubre de 2024
Fiesta de los Santos Simón y Judas Tadeo, Apóstoles
Misioneros de la Esperanza tras las huellas del Redentor
AÑO DEDICADO A LA FORMACIÓN PARA LA MISIÓN
El Señor que nos instruye para reavivar el don de Dios que habita en nosotros
Const. 77-90, Est. 050-085; Mt 10,5-15, Lc 9,1-6, 2 Tm 1,6
Queridos cohermanos superiores de comunidad,
¡Reciban un cordial saludo!
- El propósito de esta carta es agradecerles por el valioso servicio que realizan al animar nuestras comunidades locales, motivarlos a seguir desempeñando con entusiasmo este importante ministerio en la vida redentorista, y proporcionarles un recurso para los encuentros o retiros de los superiores locales de las (Vice) Provincias y Regiones. Ser superior no es una tarea fácil, pero tiene un valor inmenso para la animación de la vida apostólica en la misión de la Congregación,un rol que, a menudo, pasa desapercibido tanto para los cohermanos como para quienes ejercen esta responsabilidad.
- Los superiores locales (animadores y coordinadores locales) desempeñan un papel crucial en las instituciones religiosas al servicio de la animación. En la vida consagrada, la responsabilidad principal radica en responder al Evangelio y cuidar de las personas: los cohermanos y el pueblo de Dios, como pastores, animadores y administradores (cf. Guía Pastoral para los Superiores,capítulo II). “Así como la primera responsabilidad del provincial es la provincia, de igual manera, la primera responsabilidad del superior local es la comunidad local y su misión. Debe ser pastor, administrador y animador al servicio de la comunidad. Su principal responsabilidad es ayudar a la comunidad a vivir plenamente su vocación redentorista” (Guía Pastoral para Superiores, capítulo IV). Por lo tanto, el servicio de los superiores locales no es un añadido, sino parte integral del gobierno junto con el superior (vice) provincial y su consejo. Su misión es velar por la vida apostólica de la comunidad local, tal como lo establecen nuestras Constituciones, especialmente en lo referente a la comunidad de personas (cf. Const. 34-38), de oración (cf. Const. 26-33), de conversión (cf. Const. 40-42), abierta (cf. Const. 43) y organizada (cf. Const. 44-45).
- La Constitución 139 define el comportamiento y el rol del superior local: “El superior de la comunidad debe comportarse, ante todo, como pastor espiritual, y luego como rector y administrador. Su principal obligación es ponerse al servicio de la comunidad para que ésta se configure y crezca en Cristo, y para que, mediante el esfuerzo conjunto, todos se dediquen a la obra de la evangelización”. Además, debido a su cargo, debe sentirse corresponsable del bienestar de toda la Unidad.
- Creo que debemos incluir en nuestra reflexión el concepto de “calidad de vida comunitaria”. Los superiores locales deberían preguntarse constantemente: ¿Cómo está la salud de mi comunidad? La calidad de vida comunitaria se refiere al bienestar general, la satisfacción y las experiencias positivas que los cohermanos obtienen de su interacción y participación en la comunidad religiosa. Esto incluye factores como el sentido de pertenencia, el cumplimiento de la misión, las relaciones comunitarias y la vida espiritual. Una comunidad saludable se caracteriza por cohermanos con una fe sólida, esperanza gozosa, caridad ardiente y celo por la misión (cf. Const. 20). Necesitamos invertir en nuestras relaciones con Dios (vida espiritual), entre nosotros (vida comunitaria) y con aquellos a quienes estamos llamados a servir (nuestra misión). Nuestras Constituciones son una fuente espiritual invaluable para animarnos mutuamente como cohermanos.
- Enfatizo este concepto de calidad de vida comunitaria, porque antes de hablarle al Pueblo de Dios sobre comunidad, debemos vivirla en carne propia y dentro de nuestra propia comunidad. ¡Ese es nuestro primer testimonio misionero! No podemos olvidar algunos aspectos clave que influyen en la calidad de vida comunitaria: la vida espiritual, la fe en la vida comunitaria, las relaciones sociales, el sentirse acogido en un ambiente seguro y basado en la confianza, la creación de espacios creativos y generativos de vida, la conciencia de nuestra identidad comunitaria, la inclusión y la diversidad, una gobernanza eficaz, el discernimiento comunitario, la formación continua, el cuidado ecológico de la comunidad y el reunirse fuera de los horarios establecidos simplemente por el gusto de estar juntos.
- El primer grupo que los superiores deben animar son los cohermanos que les han sido confiados. El éxito de la misión depende de cómo se organiza la comunidad y de cómo cada miembro profeso se dispone para el servicio cotidiano. De este modo, cuando un cohermano realiza su apostolado, no solo se representa a sí mismo, sino que lleva consigo la experiencia de su comunidad, que puede ser tanto positiva como negativa. En el ámbito de la animación, el superior local debe contar con el apoyo de sus cohermanos y, a partir del proyecto de vida comunitario, asignar tareas, proporcionar retroalimentación y garantizar el trabajo en equipo, ya que somos un cuerpo misionero (cf. Const. 2). No se trata de que todos hagan lo mismo, sino de reconocer los dones y el ministerio de cada cohermano, y de armonizar la diversidad. Además, en nuestras comunidades religiosas no solo convivimos con cohermanos, sino también con laicos que colaboran con nosotros. En este sentido, nuestras comunidades son espacios de evangelización y de comunicación del carisma redentorista, donde podemos dar testimonio de nuestra vida evangélica a quienes trabajan, viven y cooperan en nuestra labor pastoral. Es fundamental que los laicos que colaboran con nosotros, especialmente aquellos que comparten nuestra misión, conozcan tanto nuestro carisma como nuestra espiritualidad. La comunidad puede, a su vez, comunicarles nuestra identidad redentorista.
- En cualquier equipo u organización pueden surgir conflictos, y la vida consagrada no es una excepción. En estos casos, es necesario actuar con habilidad, y en muchas ocasiones recurrir a expertos que puedan ayudarnos cuando las situaciones involucren a un cohermano y a la comunidad. Más allá de afirmaciones como “el superior no me escucha” o “el cohermano siempre está descontento y hace lo que quiere”, debemos trabajar con caridad, diálogo y firmeza. En algunos casos, los superiores locales tienen a su cargo cohermanos con dificultades considerables. La mayor dificultad suele presentarse cuando estos cohermanos no piden ayuda o no se dejan ayudar. Cuando un conflicto llega a fragmentar la comunidad, es necesario recurrir al superior mayor, quien tiene la responsabilidad de intervenir. Es esencial que quede claro cuál es el rol del superior local y cuál el del superior mayor, ya que ambos se complementan, pero tienen responsabilidades distintas que a menudo los cohermanos desconocen. El principio de subsidiariedad debe ser respetado.
- Uno de los aspectos que se ha debilitado considerablemente en nuestras comunidades es el discernimiento comunitario. Estamos olvidando este valioso elemento. En nuestras Constituciones, el término discernimiento aparece en cuatro ocasiones: en el diálogo con el mundo y los interrogantes del ser humano de hoy, discerniendo los verdaderos signos de la presencia y los designios de Dios (cf. Const. 19); en la búsqueda de la voluntad de Dios como comunidad y el papel del superior local (cf. Const. 73,2°); y en los ámbitos de la promoción vocacional y la formación (cf. Const. 80,83). La falta de discernimiento comunitario puede explicar por qué muchos cohermanos perciben la misión como algo individual o siguen trayectorias en solitario. Para que el discernimiento comunitario sea posible, se necesita un ambiente propicio: encuentros comunitarios o reuniones, claridad sobre el tema a discernir, confianza, diálogo, experiencia personal y comunitaria de Dios, oración, sintonía con las orientaciones de las Asambleas, Capítulos Provinciales y Generales, y apertura al Espíritu. Las decisiones deben tomarse en conformidad con nuestras Constituciones y Estatutos, en sintonía con la Congregación, y al mismo tiempo considerando las exigencias del momento, las necesidades locales y los desafíos del contexto
- Otro aspecto que no debe descuidarse es la comunicación eficaz, un elemento vital del liderazgo. Los superiores locales deben comunicar a los cohermanos informaciones que reciben del Gobierno (Vice) Provincial, Regional y General, los programas, orientaciones y acontecimientos relevantes en la vida de la Unidad y de la Congregación. Existen cohermanos que parecen vivir en su propio mundo y muestran poco o ningún interés en la vida redentorista. Las comunidades locales no son islas; al contrario, forman parte del cuerpo misionero llamado Congregación del Santísimo Redentor. Por ello, es fundamental que los superiores locales estén al tanto de lo que sucede en la vida de la Congregación y en la (vice) Provincia/Región. Fomentar en los cohermanos la lectura diaria de Scala News y del boletín de la (Vice)Provincia o Región es una manera de ayudarlos a involucrarse más en la vida de la Congregación y de fortalecer en ellos el sentido de pertenencia.
- Sabemos que la formación permanente es un aspecto que debe mejorarse en toda la Congregación. El año dedicado a la formación para la misión es un incentivo. Sin embargo, las comunidades locales pueden prever tiempos para la formación permanente en sus reuniones comunitarias, partiendo de las necesidades pastorales locales, de la vida consagrada y de temas relevantes en la Iglesia y el mundo actual, con el fin de comprender mejor la cultura contemporánea. Al elaborar el Plan de Vida Comunitaria (cf. Proyecto de Vida Comunitaria (2019), es posible incluir momentos específicos para la formación permanente comunitaria en temas que puedan apoyar a los cohermanos en su misión. Es fundamental que las comunidades locales tengan un Plan de Vida Comunitario y acceso a los documentos de la Congregación y que se cree un espacio para estudiarlos en las reuniones comunitarias. ¿Por qué se estudian los documentos de las diócesis y se participa en sus programas de formación, pero a menudo no se toma parte en los programas de formación que ofrecen las (vice)Provincias/Región? Si la (Vice)Provincia/Región no ofrece estas oportunidades, los cohermanos tienen el derecho de reclamarlas.
- Los superiores locales, junto con el ecónomo y el consejo de la comunidad (en comunidades más grandes), son responsables de la gestión de los bienes. En este ámbito, es crucial fomentar una cultura de transparencia en la administración de nuestros recursos. Aunque contamos con fuentes de ingresos, nuestros recursos provienen de la generosidad del Pueblo de Dios y, en muchas ocasiones, del óbolo de las viudas (cf. 1 Re 17,12-13; Mc 12,41-44). Por ello, es fundamental que la comunidad local esté al tanto de los aspectos administrativos. Las reuniones comunitarias son el espacio adecuado para informar a los cohermanos sobre la situación administrativa y económica de la comunidad. Conocer cuánto recibimos, cuánto gastamos y en qué lo gastamos nos ayuda a vivir en sintonía con el ejercicio de la pobreza (cf. Const. 61-70) y con nuestra sencillez de vida, así como a involucrar a todos en la administración de los bienes de la Congregación.
- El tema de la salvaguardia debe estar presente en nuestras agendas. Aunque se pone mucho énfasis en la cuestión de los abusos sexuales, también debemos considerar que entre nosotros existen otros tipos de abusos: de poder, de conciencia, espirituales y económicos. Como Congregación, debemos fomentar una cultura del cuidado de los demás, que abarque a nuestros formandos, cohermanos, colaboradores y los interlocutores de nuestra misión. Cuando hablamos de cuidado, nos referimos a la creación de una ecología en nuestras relaciones humanas, basada en el Evangelio, que impacte tanto nuestro ser personal como nuestras relaciones y genere un ambiente de confianza. Se trata de cuidarnos tanto individualmente como en comunidad. Cuidar nuestra salud espiritual, mental, corporal y relacional es fundamental si queremos cumplir con nuestra misión.
- Por último, la Congregación está viviendo un proceso de reestructuración para la misión. Este es un tiempo nuevo, guiado por el Espíritu. La Congregación no nos pertenece; es del Señor, y el Espíritu suscita su movimiento desde nuestros órganos sinodales, los Capítulos Generales. Si la Congregación conservara el mismo rostro que la fundada por San Alfonso, habría desaparecido. Hoy somos el rostro de la Congregación y debemos hacer todo lo posible para que cumpla su misión: ¿qué Congregación queremos para el futuro? La reestructuración es un fenómeno que se está dando en la Iglesia, en todas las congregaciones religiosas y en el mundo comercial. Es imposible que un cohermano no conozca esta realidad, a menos que esté completamente desinteresado en los asuntos de la Congregación. El mundo actual nos exige que cambiemos si queremos responder creativamente a nuestra misión. Por lo tanto, es fundamental que los superiores animen a los cohermanos en esta dirección y que tomen conciencia de las decisiones de los tres últimos Capítulos Generales al respecto.
- Queridos superiores locales, les agradezco una vez más por el valioso servicio que prestan en la Congregación. ¡Ánimo! Es importante recordar que no somos superhombres, sino personas con debilidades y virtudes, alegrías y tristezas, seres de carne y hueso. No descuiden su salud física, mental y espiritual; acudan regularmente a chequeos médicos. Animen a los miembros de su comunidad a hacer lo mismo. Somos cuidadores de personas y, para ello, necesitamos cuidar de nosotros mismos. No se desanimen en esta misión que se les ha confiado. Que María, Madre del Perpetuo Socorro, san Alfonso y los santos mártires y beatos redentoristas les brinden la fuerza necesaria para llevarla a cabo, de modo que podamos ser misioneros de esperanza tras las huellas del Redentor.
Fraternalmente,
P. Rogério Gomes, C.Ss.R
Superior General
Original: español