Queridos hermanos, religiosas, misioneros laicos y todos los miembros de nuestra familia redentorista:
El sábado 2 de febrero, en comunión con el Papa Francisco y con toda la Iglesia, celebramos el Día Mundial de la Vida Consagrada. Esta es una oportunidad especial para que reflexionemos sobre el significado y el propósito de nuestra vocación misionera, y especialmente sobre el testimonio de la vida consagrada de los misioneros redentoristas profesos.
En los últimos años para esta ocasión, el Papa Francisco nos recordó que estamos invitados a celebrar una fiesta del encuentro: con Cristo nuestro Redentor, uno con el otro en la comunidad, y con los heridos, los abandonados y los pobres con quienes Jesús se identifica totalmente. En estos mensajes, el Papa Francisco se hace eco de la enseñanza de San Juan Pablo II, quien escribió que la alegría de nuestro encuentro con Cristo debe desbordarse en nuestro encuentro con “el último de sus hermanos y hermanas”:
“La búsqueda de la belleza divina mueve a las personas consagradas a velar por la imagen divina deformada en los rostros de tantos hermanos y hermanas, rostros desfigurados por el hambre, rostros desilusionados por promesas políticas; rostros humillados de quien ve despreciada su propia cultura; rostros aterrorizados por la violencia diaria e indiscriminada; rostros angustiados de menores; rostros de mujeres ofendidas y humilladas; rostros cansados de emigrantes que no encuentran digna acogida; rostros de ancianos sin las mínimas condiciones para una vida digna” (Vita Consecrata n. 75)
Como misioneros redentoristas, esta invitación resuena en nuestros corazones: nuestro encuentro con Cristo Redentor nos insta a encontrarnos con los heridos, los abandonados y los pobres. Este es el espíritu de nuestras Constituciones, nuestra consagración religiosa realmente nos hace misioneros:
“La caridad apostólica, por la que los redentoristas participan en la misión de Cristo Redentor, constituye el principio unificador de toda su existencia. Pues por ella se identifican en cierto modo con Cristo, quien, por medio de ellos, continúa cumpliendo la voluntad del Padre al realizar la redención de los hombres.” (Const. 52)
Hoy, al celebrar esta fiesta en comunión con toda la Iglesia, renovamos nuestro compromiso como Misioneros Redentoristas personalmente y en nuestras comunidades. ¡Que podamos llegar a ser más proféticos y auténticos testigos del Redentor en nuestro mundo herido de hoy!
Vuestro hermano en Cristo nuestro Redentor,
Michael Brehl, C.Ss.R.