Haití al borde de un abismo social
No es un secreto para nadie, Haití es el país más pobre del hemisferio Occidental. En esta isla caribeña, más de la mitad de los 11 millones de habitantes sobrevive con menos de 2 dólares diarios. Según dicen las cifras, el 41% de la población está desempleada, dos tercios trabajan en empleos informales.
Sin embargo, desde algunas semanas, el país vive una situación caótica, vandalismo y manifestaciones violentas. Lo que se busca a través de estas protestas son:
- La renuncia del presidente Jovenel Moïse por ser incompetente, mentiroso y su posible implicación en el desvió del dinero de PetroCaribe (Programa por medio del cual el Gobierno de Venezuela suministra petróleo al país a bajísimos precios con el fin de realizar desarrollo social).
- La corrupción en que se han visto envueltas distintas autoridades, incluyendo al actual mandatario.
Y a esto se suma el aumento del costo de la vida y la violencia callejera.
Ante esta situación, el gobierno anunció la reducción en el costo de los bienes básicos y el incremento del acceso a créditos para pequeñas empresas, medidas que la población considera insuficientes. Otra medida tomada por el gobierno nacional, es la de crear una comisión de diálogo para facilitar el diálogo inter haitiano. Sin embargo, según nuestro entendimiento, no creemos que esta comisión llevará algo por el país, porque desde el inicio, esta comisión está contestada por la manera de realizarla y la mayoría de sus integrantes no son conocidos por la población, además los protagonistas no son sinceros, cada grupo defiende sus intereses mezquinos por encima de los intereses nacionales. Lo peor de todo, constatamos con mucha tristeza que la oposición actual no se opone ni a la corrupción que es un cáncer para el país, ni al desempleo, ni a la ineficacia del Estado, ni al clientelismo y al contrabando. Su único remordimiento es no estar al mando del poder.
Por eso, nosotros como Congregación, al igual que la Conferencia Episcopal Haitiana, invitamos a los protagonistas a “unir sus fuerzas y sus inteligencias para salvar nuestra barca común, que es Haití”. Les exhortamos a encontrar una solución de sabiduría que tenga en cuenta los intereses superiores de la nación y la defensa del bien común. Hacemos un llamamiento a la conciencia ciudadana de las diferentes partes para una decisión patriótica, aunque sea a precio de grandes sacrificios. Ya que el pueblo no puede más, la situación está cada vez peor. Haití se salvará cuando se tenga un diálogo sin fuerzas, con sinceridad, en el que todos participen y ponga en primer lugar el interés colectivo.
Padre Renold ANTOINE, CSsR
Secretario Regional