Misiones Redentoristas en Campo de Criptana y Getafe (España)

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“Que se organicen “misiones para el pueblo” de modo que los misioneros sean anunciadores de la alegría del perdón”, con estas palabras el Papa Francisco nos invitaba en la bula Misericordie Vultus a vivir la Cuaresma en este Año Jubilar de la Misericordia.

Antes y después del Miércoles de Ceniza, el equipo misionero del CESPLAM hemos realizado la Misión Popular en Campo de Criptana (Ciudad Real) y en la parroquia de San Rafael de Getafe (Madrid). En ambas hemos sido testigos de la alegría del perdón, del encuentro, de la misericordia y de la misión. También en ambas, de la dureza, dificultades y valentía que hoy supone a parroquias y misioneros embarcarse en la misión.

Criptana es un campo bien abonado religiosamente, donde la práctica religiosa es elevada, donde la parroquia está viva con muchos y numerosos grupos, pero donde hacía falta remover la tierra para que la semilla siguiese dando frutos, donde había mucho trabajo que realizar. “Los misioneros habéis sido como los brazos de un arado que han oxigenado esta tierra rica aunque un tanto reseca” – nos decía Juan Carlos Camacho y Ángel Moreno, los sacerdotes de la Asunción de Ntra. Señora, durante su acción de gracias.

Esos brazos fueron los PP. Juan Bautista, Arsenio, Domingo, Miguel, Pablo y Damián y el Postulante Joaquín, junto a varios laicos que vinieron a apoyar la misión con jóvenes y con matrimonios: Antonio y Ana de Granada, Mamen y Nico de Madrid y Carmen de Jaén. Todos ellos junto a las 57 familias que abrieron sus casas para las Asambleas Familiares Cristianas (varias de ellas en casas de Hermandades y el Convento de las Concepcionistas) y los más de 60 animadores, han hecho posible este “trabajo de campo” en el que más de 1.300 personas se han implicado directamente durante la misión.

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Sorprendía ver la respuesta a cada convocatoria. Las casas se quedaban pequeñas para las asambleas; la iglesia parroquial y los otros dos centros de misión se llenaban en las celebraciones; el nuevo salón parroquial o el salón de actos del colegio quedaban repletos de parejas jóvenes y matrimonios; el teatro Cervantes colgó el ‘no hay billetes’ para el concierto joven misionero donde actuaron Jazztag, Red Rope, e Improvisados (tres grupos locales de jóvenes) así como Mamen y Nico (Berit-Alianza) y el Padre Damián a quien todos esperaban tras su paso por La Voz; la carrera misionera por la paz, con aportación de alimentos para Cáritas, vio desbordadas sus previsiones; los patios del colegio de las Dominicas de la Anunciata rebosaban de vida con los niños y adolescentes; la iglesia del Convento se llenó de juventud en la adoración a la Cruz; muchas personas visitaron las dos exposiciones  que se instalaron, una sobre los voluntarios de la Asociación para la Solidaridad en Perú, y otra más experiencial sobre las diversas religiones en el mundo; cientos de mayores y enfermos fueron visitados en sus casas y en la residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados; la cruz de la JMJ de Ciudad Real siempre estuvo bien y numerosamente acompañada en sus diversos traslados, así como las Asambleas de Jóvenes fueron sorprendentemente creciendo cada día… también se visitaron todos los centros educativos y centros de personas con discapacidad, donde rebosaba la acogida y cariño recibidos.

La acogida a los misioneros ha sido muy buena por todas partes, en las familias que nos acogieron, en aquellas que nos invitaban a comer o en las que visitábamos, por parte de los sacerdotes y religiosas del pueblo, y hasta por el Alcalde quien tuvo a bien recibirnos en el Ayuntamiento, obsequiarnos con buenos caldos del lugar e incluso hacernos una visita a uno de los molinos de viento, testigos de la escena del Quijote por la cual se conoce a este pueblo como  “Tierra de Gigantes”.

Cabe destacar la celebración del jubileo de la Misericordia. Durante todo el viernes realizamos celebraciones de la unción y de la reconciliación. Durante la mañana y a primera hora de la tarde para los mayores y enfermos; posteriormente con los niños y adolescentes; en la celebración misionera con los adultos, en los que unas 800 personas llenaban el templo en busca de perdón y misericordia; y finalmente los jóvenes en la oración de la noche. Si ya en el cielo hay fiesta por un solo pecador que se arrepiente, ese día el cielo vivió un fiestón total.

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También especialmente emotiva fue la peregrinación rezando el rosario hasta la ermita de la patrona la Virgen de Criptana, y la celebración de clausura en la que los Redentoristas dejamos junto al retablo del Perpetuo Socorro, una preciosa cruz (realizada por dos de las familias que nos acogieron en sus casas) en recuerdo de esta hermosa misión. Misión que ha marcado a muchos criptanenses tanto como las míticas misiones del célebre Padre Rodriguez, jesuita de feliz memoria. Algunos ya dicen en el pueblo que a partir de ahora también los redentoristas tienen ese hueco en su memoria.

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También con G de gigantes, estuvimos de misión en Getafe, en la parroquia de san Rafael donde una comunidad de Hijos de la Caridad (Antonio, Josechu y Pepe) trabajan desde hace años inmersos en las problemáticas del barrio de la Alhóndiga.

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Se preveía igualmente difícil la misión en un barrio donde la crisis se ha cebado con sus vecinos, y donde el paro, la inmigración, la droga, las familias rotas o el mal del individualismo se han colado muy de lleno en este barrio del sur de Madrid.

Nada más poner pie en tierra, los misioneros Arsenio y Miguel ya pudieron apreciar las dificultades al ver a una pareja de visitadores, él cubano y ella guineana, ambos con discapacidad, muletas en mano haciendo la segunda visita para invitar a sus vecinos a la misión y el rechazo que iban recibiendo. No obstante no perdían el ánimo y en ellos aumentaba el celo misionero. Más de 4.000 viviendas fueron visitadas, y tan solo en unas 500 hubo respuesta, y no siempre ésta fue positiva.

Hubo que adaptar la misión a la situación por falta de espacio, de tiempo y de disponibilidad para desarrollar tantos días de asambleas y tener tantos encuentros, así hubo que realizar un esquema de 10 días. Durante tres tardes (alguna en la mañana) se reunieron unas 80 personas en las seis asambleas que se constituyeron, en las que lo que más se valoraba era la apertura de los hogares y el encuentro entre los vecinos y fieles de la parroquia que después de muchos años en el barrio apenas se conocían. Tres días que finalmente le supieron a poco. El resto de jornadas se centraron en las celebraciones misioneras con las que todos disfrutaron.

La misión ha servido para tomar consciencia y poner nombre a la realidad de este lugar en lo que refiere a la fe y la relación con la Iglesia. También para conocer situaciones necesitadas de la cercanía de la parroquia, como los mayores y enfermos que encontraron en las visitas y que durante la misión fueron visitados, o la relación con los colegios del barrio que por primera vez se visitaron, aunque en uno de ellos la dirección no nos permitió ir ni a las clases de religión.

Muy positivos fueron los encuentros con niños, adolescentes y jóvenes, así como con matrimonios y madres (algún padre) de niños de catequesis, por la riqueza del diálogo y las historias personales que íbamos descubriendo. Estos encuentros y algunas celebraciones estuvieron también acompañadas por redentoristas (religiosos y laicos) venidos desde Madrid, como Antonio e Inma para los matrimonios y padres y el P. Carlos A. y el Estudiante Antonio quienes todas las tardes acudían a la misión. Algunos jóvenes de las tres parroquias de Madrid  también vinieron junto a los Estudiantes de San Gerardo para animar la oración de jóvenes, donde los chavales del barrio participaron abiertamente. También se acercaron para los juegos de la mañana del sábado en la plaza o para el concierto joven misionero donde ‘El grito del Buho’ (grupo amigo de la parroquia) y Berit-Alianza (Mamen y Nico que ya no acompañaron también en Criptana) nos alentaron y animaron con sus canciones y sus mensajes.

Durante estos días en San Rafael, también se han dejado ver por la plaza los Testigos de Jehová, los Mormones e incluso en dos ocasiones tuvimos la visita de la Policía que acudió a la llamada de un vecino que no soportaba ver a los cristianos vivir la alegría de la misión en la vía pública, en los juegos de los niños y en el aperitivo final de la clausura. Parece que la misión no solo ha despertado el celo misionero a ‘los de dentro’, sino también a los alejados e incluso a los contrarios. Es lo que llamaríamos una “misión-misión” en este “Barrio de Gigantes”.

Si bien el Papa Francisco animaba a realizar “misiones para el pueblo”, nuestra experiencia en estas dos misiones tan diferentes, es que el pueblo ha realizado “misiones para los misioneros”, nos hemos dejado llenar de la vida y alegría del pueblo, de las historias de sus gentes, de sus luchas y sus problemas, sintiéndonos sencillamente pobres instrumentos en las manos del Padre bueno y misericordioso.

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